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08 enero 2015

FANATISMO ES TERRORISMO




La masacre de París nos enluta. Este atentado terrorista contra la libertad de expresión conmueve al mundo porque la globalización une a los pueblos y genera mayores niveles de igualdad y de repudio a cualquier forma de vejación de los derechos humanos. Puntualmente, en la cuna de la libertad, la libertad ha sido ultrajada. Pero la reacción mundial fue instantánea y unánime: repudio total al fanatismo porque todo fanatismo -como todo nacionalismo también- es excluyente y causante directo del terrorismo que -en nombre de la verdad absoluta- derrama sangre inocente. Exigir más libertad es el camino. Es decir, ejercer el periodismo con más libertad -sin ningún tipo de condicionamiento subjetivo- permitirá vencer a los odiosos. La tolerancia, asimismo, no solo implica soportar al que tenemos al lado sino aprender -fundamentalmente- a convivir con la diversidad de pensamientos y religiones. Tolerancia es saber debatir, aceptar al disidente, no tratar de enemigo de la patria a quien critica al gobierno de turno. Ahí radica la esencia de la democracia universal. En la Argentina -ya sufrimos dos atentados terroristas que  todavía permanecen impunes- deberíamos refrescar la memoria -cada día de nuestras vidas- y recordar los daños que provoca el fanatismo cualquiera sea su signo o procedencia. A veces, cuando escuchamos tanto dislate contra la prensa crítica, nos queda la impresión de que nos falta madurar, ya que pareciera -ante la verborragia violenta- que no hemos aprendido las lecciones de la historia reciente. Mientras tanto, la sangre derramada por los terroristas en Francia clama Justicia al cielo. 

15 diciembre 2013

DEMOCRACIA: UNA CONQUISTA COLECTIVA


La JP de Merlo luchó en primera fila el 16 de diciembre de 1982.

A la memoria de Dalmiro FLORES


Por Horacio Enrique POGGI


La derrota en Malvinas precipitó la salida democrática. No la determinó como sostienen quienes le adjudican la recuperación de la democracia a Margaret Thatcher. Es decir, que algunos intelectuales abonan la tesis: “sin triunfo inglés no habría habido democracia”. Disentimos. La derrota bélica hizo posible que los hechos políticos coadyuvaran en la consecución del resultado final coronado el 30 de octubre de 1983. Pero de ningún modo la victoria británica por sí misma, desde de su propia lógica rectora, legitimó y estableció lo que a todas luces ha sido una conquista colectiva.