19 diciembre 2022

Un regalo de Dios

 

 


Después de cada gol, Lionel Messi hace la señal de la cruz mirando al Cielo. Cuando una vez le preguntaron sobre su habilidad futbolística, se limitó a contestar que era un don de Dios. Apenas terminó el partido heroico que consagrara a la selección argentina campeona del mundo, se refirió a la Copa en estos términos: “Sabía que Dios me lo iba a regalar, presentía que iba a ser esta”.

En un mundo atravesado por el materialismo, la idolatría y la mitificación demagógica, la Fe es relegada al ámbito doméstico y quien profesa un credo religioso es considerado sapo de otro pozo, máxime si es ajeno a escándalos sentimentales y no milita en la globalización ideológica que impone la vulgaridad y el disparate como estilo de vida.

La lección que deja este deportista sabio y prudente, es que cada uno de nosotros se dedique a lo suyo con esfuerzo, profesionalismo y respeto. El mérito vale. Ignorarlo es apostar al fracaso. Por eso, Messi nos enseña que, para alcanzar metas mayores, las palabras deben ser esclavas de la cultura del trabajo y tener el respaldo de una ética personal. Es decir, sin conducta recta el camino siempre será torcido.

Durante varios minutos pudimos ver a Messi, en el campo de juego, con sus hijos, esposa y familiares directos celebrando la obtención de la Copa, sonrientes, abrazados, agradecidos y en paz. Una escena tal vez inadvertida por la euforia del momento, pero de profundo contenido cristiano y patriótico. Esa es nuestra identidad nacional expuesta por un Grande devenido en Gigante desde la humildad.

Demos gracias a Dios por permitirnos disfrutar del mejor jugador de todos los tiempos. Dentro y fuera de una cancha de fútbol, vestido de celeste y blanco.  

 

Horacio Enrique POGGI

Mariano Acosta, 19 de diciembre de 2022.