Hace
cuatro años rescatamos del olvido a Don Rodolfo Posse, el joven fundador de
Villa Posse, origen de Mariano Acosta. ¿Por qué los marianenses incurrimos en
semejante olvido? Poco y nada ganaríamos buscando culpables. Todos cometemos
errores. Lo importante es corregirlos. Y no reiterarlos.
El
rescate de Don Rodolfo es el rescate de la verdad histórica local, fundamentada
en documentos irrefutables. “Más vale tarde que nunca”, reza el refrán. Los
documentos están. Los hemos hallado luego de una paciente y costosa
investigación. Ahora ya no se trata de interpretaciones individuales, sino de material
probatorio que debe servir de base sobre la cual se asienten los hechos para
describirlos en su correspondiente contexto. Mientras faltaban los documentos
–las pruebas- se apelaba a la imaginación y a la memoria de algunos viejos
vecinos. Sabemos que la memoria falla. Ahora la memoria les da color a los
documentos que modifican versiones difundidas durante mucho tiempo.
La
primera vez que oí hablar de Don Rodolfo fue por boca de mi padre. Él solía
contarnos que había aprendido el oficio de albañil con Don Oscar Echevarría, a
los 14 años, y una de las primeras obras que realizaron juntos fue una refacción
menor en el Chalet de los Posse, contratados por Don Rodolfo. Eso ocurrió en
1943 porque mi padre había nacido en 1929. En aquellos tiempos Don Rodolfo era
presidente de la Compañía de Tierras y Comercio (autorizada el 15 de junio de
1912), sucesora inmediata de la Compañía General de Tabacos.
Por
testimonios familiares nos enteramos que mi abuelo Juan Poggi hacía los asados que
deleitaban a los invitados porteños de Don Rodolfo. Eran fines de semana de
cabalgatas y bellas mujeres que recibían flechazos de abuelo Juan, tan pícaro
como criollo. En más de una ocasión, Don Rodolfo lo reprendía por sus miradas
indiscretas y piropos floridos. Mi tía Elsa Poggi de Sartori me dijo que a Don
Rodolfo le gustaba comer huevos caseros fritos con papas fritas, manjar que le
cocinaba Doña Ángela, madre de Adrián Sartori. Hasta comienzos de los años 50,
Don Rodolfo visitaba Mariano Acosta con asiduidad. Disfrutaba del pequeño tambo
que primero administró Juan Caminos y luego Domingo Perrone. En la última
década de su vida dejó de venir a los pagos marianenses. Etapa en la que
ingresa en liquidación la Compañía, de acuerdo a lo dispuesto por la Asamblea de Accionistas del 6 de febrero de 1952. Poco después,
más precisamente el 30 de marzo de 1954, Don Rodolfo renuncia a la presidencia,
pero mantiene el control de la venta de los terrenos en Mariano Acosta,
dedicándose asimismo a actividades rurales en Pila (provincia de Buenos
Aires).
¿Cómo
arribamos al rescate de la figura del fundador? Por el principio de la historia
del pueblo. Flor de sorpresa nos llevamos al investigar la escritura de
compra-venta del campo de 760 hectáreas que la Compañía General de Tabacos le adquirió
a doña Antonia Cascallares (16 de agosto de 1909). Cuando esperábamos ver
estampada –en el final del documento- la firma de Juan Posse, nos encontramos
con la rúbrica prolija y estilizada de Don Rodolfo Posse. A partir de ese
momento emprendimos una minuciosa confirmación de datos.
La
ausencia de documentos ignoraba el papel fundacional de Don Rodolfo. Y por
deducción se le adjudicaba exclusivamente a Juan Posse la fundación del pueblo,
porque era el presidente de la Compañía General de Tabacos. Entonces, se
elucubraba: “si la Compañía le compró el campo a Cascallares para fundar Villa
Posse y el presidente de la Compañía era Juan Posse, el fundador del pueblo es
Juan Posse”. Reconozcamos que la fórmula tenía su lógica atractiva y dio buenos
resultados, ya que actualmente el tabaquero mitrista Juan Posse tiene una
calle a su nombre y un monumento en la
Rotonda de los Mástiles. Todo muy lindo hasta que encontramos la documentación
que demuestra otra cosa. Es decir, no se trata de una nueva interpretación
personal, sino de documentos que verifican con rigurosidad indiscutible lo que
ocurrió hace más cien años.
Ya
hemos probado –en este medio y en otras publicaciones- que la Compañía General
de Tabacos le compra el campo a Cascallares para subdividirlo, organizar un
premio de lotes de terreno y un sorteo casas, y promocionar la marca de
cigarrillos habanos Mitre. Por tanto, se trató de un negocio inmobiliario,
legal y legítimo, pero negocio al fin. Esto es primordial. Porque mientras no
se tenga en cuenta que la fundación de Villa Posse fue un negocio inmobiliario
y no una acción filantrópica, nunca nos vamos a acercar a la verdad histórica
local.
En
líneas generales –ya lo hemos explicado detalladamente también en otras oportunidades-
el premio de lotes de terreno consistía en la entrega de quinientas marquillas
de cigarrillos Mitre a cambio de un lote. Y de 20.000 marquillas para
participar de un sorteo de 60 casas y un chalet que se efectuó a fines de 1910.
Para la firma de las escrituras de transmisión de dominio de los futuros
propietarios, la Compañía designó apoderado a Don Rodolfo Posse (6 de abril de
1910, dando cumplimiento a lo decidido en la reunión de Directorio del 15 de
septiembre de 1909).
Por
tanto, al remitirnos a los documentos podemos comprobar que la fundación de
Villa Posse fue obra de Don Rodolfo Posse, a la sazón vicepresidente de la
empresa tabaquera. Es en esta inteligencia de los hechos que Don Rodolfo se
constituye en el fundador. Aunque también participaron Don Juan y Juan Carlos
Posse, en la tramitación del traslado de la estación Mariano Acosta del kilómetro
34,800 al 40,300. Pero el responsable de la fundación real hacia 1910 –en
nombre y representación de la Compañía- fue Don Rodolfo, ejerciendo su
condición de apoderado y, además, encargado de la actividad inmobiliaria
desarrollada por la Oficina de Tierras, con atención al público en la calle
Esmeralda 309.
Poseemos
en nuestro archivo privado la fe de bautismo de Don Rodolfo. Este valioso
documento (Nº 349) que -en exclusiva-
damos a conocer, señala que Don Rodolfo –nacido en Capital Federal el 11 de
enero de 1885 a las seis p.m.- recibió el óleo y el crisma, el 13 de agosto de
aquel año, en la Parroquia Catedral al Norte (hoy Basílica Nuestra Señora de la
Merced), de parte del presbítero José Spinelli, siendo sus padrinos Gabriel Lacoste (representado por
Bernardo Dirube) y Aurelia D. de Lacoste.
El
tercer hijo del oriental Juan Posse (1849-1915) y la criolla María Teodora
Dirube (1861-1940) falleció en su domicilio particular, Avenida Quintana 263,
del barrio de La Recoleta, el domingo 17 de marzo de 1963 a las 13.30 horas, como
consecuencia de una “hemorragia digestiva no traumática”, según consta en el certificado
médico firmado por el Dr. Roberto Miguel Arana. Vivía en concubinato con
Ercilia Dolores Fernanda Arana (1901-1989). No dejó descendencia al igual que
sus hermanos Juan Carlos (1881-1941) y Alfredo Daniel (1895-1970), quienes
también vivieron en concubinato con sus respectivas parejas. Julio, el segundo de
los cuatro hermanos Posse, pereció ahogado en Mar del Plata a la edad de 17
años (había nacido en 1883).
Dos
días después de su deceso, una nota necrológica del prestigioso matutino La Nación recordaba que Don Rodolfo
Posse, “dotado de un fino espíritu y de un relevante sentido social, mostró a
través de su vida una intensa preocupación por el ordenado progreso del país y
la promoción de la clase trabajadora”.
Dr.
Horacio Enrique POGGI