“Dejémonos interpelar por el Niño en el
pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están
recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un
padre, sino que yacen en los escuálidos «pesebres donde se devora su dignidad»:
en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de
una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes.
Dejémonos
interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran
porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes,
sino armas", Papa Francisco.