30 agosto 2020

COVID-19, ¿CÓMO SEGUIMOS?

 

La fatiga y el hartazgo social por la cuarentena más larga del mundo son evidentes. Los resultados están a la vista. No vamos a hacer leña del árbol caído. Solo nos interesa saber cómo seguimos. De cómo el Gobierno ha manejado la cuarentena nos encargaremos cuando llegue el momento, en las próximas elecciones. Falta un año. Fuentes de nuestra máxima confianza nos señalan que en dos o tres semanas observaremos una firme reducción de casos en la Capital Federal y, en cuatro o cinco semanas, ocurrirá algo similar en la provincia de Buenos Aires. Por lo que se estima que, en dos o tres meses, en todo el país los contagios habrán bajado considerablemente. Todo depende de las medidas de prevención y protección que adoptemos. Queremos volver a la normalidad cuanto antes, y en la medida que lo vayamos haciendo, aún con protocolos en los comercios, en la actividad económica, en la vuelta a clases, en el movimiento social y en el transporte, es probable que se produzcan rebrotes. Para controlar esos rebrotes, aconseja Adolfo Rubinstein, habrá que testear, rastrear y aislar rápido y mejor. Mientras tanto, debemos cuidarnos. Más responsabilidad ciudadana y menos Estado paternal. Y un plan de vacunación efectivo. Serán el reaseguro de nuestras libertades individuales y de nuestras vidas.   


28 marzo 2020

Un aplauso para el asador

 

Hace un mes recibí infinidad de quejas por una ola de inseguridad que estaba –me decían- “masacrando, principalmente, a los vecinos de Mariano Acosta Sur y los barrios más pobres”. Hoy recibo invitaciones para aplaudir a los policías que nos cuidan.

Hace un mes recibí infinidad de quejas porque “en Mariano Acosta no pasa nunca el basurero”. Hoy recibo invitaciones para colocar en cada bolsa de residuos un cartel que reza “gracias por cuidarnos”.

La paranoia que provoca la pandemia, en los espíritus débiles y carentes de identidad, es inconmensurable. Una persona allegada me envió un mensaje lacrimógeno por WhatsApp y al despedirse remató: “ojalá que nos volvamos a ver”. Otra que reniega de la religión, me invitó a seguir online “el perdón del Papa”.

No faltaron, por supuesto, los que se enojaron porque dije que el virus era chino como si se hubiera originado en Marte. Ni los que culparon a los Estados Unidos de haberlo difundido cuando es uno de los países más afectados. Los genios del Norte parece que inventaron el virus para perjudicarse ellos mismos…