El
pasado 10 de diciembre Gustavo Menéndez asumió la intendencia de Merlo luego de
25 años de gestión de Raúl Othacehé, hoy denunciado, por el propio Menéndez,
por presunta defraudación, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Se lo
identifica con el Grupo Fénix, los intendentes peronistas que promueven una
renovación amplia, sin exclusión del kirchnerismo, pero convoca a sentarse con
todos los partidos. Relata que, a partir de lo que fue “un difícil diciembre”,
lleva una buena relación con la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal.
¿Qué pasó para que sea de los intendentes con mayor nivel de
aprobación, según una encuesta de Poliarquía?
Intentamos
ser un gobierno presente, cercano, que cuando los vecinos entran al Municipio se
sientan en una institución amigable. También intentamos descentralizar hacia
los barrios, la periferia, y tener mucha presencia en lugares donde no era
habitual. Creo que la gente de Merlo nos está premiando la actitud, el
compromiso, el esfuerzo de todo un equipo de gobierno, y el cambio que se dio.
Pudimos estabilizar financieramente un municipio que estaba quebrado. Este
esfuerzo fue acompañado por los vecinos. Ha subido la recaudación en base a la
confianza y eso nos permitió, a esta altura, estar en ejecución de varias
obras.
¿Cómo fue la transición? En
diciembre, le tocó suceder a uno de los “barones del Conurbano”
No
hubo transición. Recibimos un municipio que estaba prendido fuego, con millones
y millones de pesos de deuda. Con los sueldos de noviembre sin pagar, con todo
el parque automotor destruido, con un municipio arrasado. Nos habían quemado y
robado hasta los legajos del personal, información acerca de muchos trámites
que se venían realizando en el municipio. Fue gracias a los empleados municipales
que se pusieron la camiseta, a los vecinos, que concurrieron masivamente a
pagar los impuestos. La verdad que fue una especie de milagro colectivo, que no
solamente tiene que ver con una administración transparente o austera, sino
también con el necesario concurso de los habitantes de Merlo.
En este contexto, ¿cómo ha sido su relación con María Eugenia Vidal?
Tengo
una relación excelente con ella y con sus ministros. Obviamente, que a la
provincia le cuesta mucho más que a los municipios estirar la maquinaria del
Estado, pero cada uno de los ministros y la gobernadora en persona han
levantado el teléfono cada vez que hemos llamado por distintas cuestiones. Al
principio estábamos prendidos fuego por todo el tema de las ocupaciones, las
tomas y, verdaderamente, tanto el ministro de Seguridad (Cristian Ritondo),
como María Eugenia y el Poder Judicial, nos han dado una mano enorme para poder
salir de aquella circunstancia. Había una convulsión social muy grande, más de
cien tomas, una de esas muy famosa de más de 600 hectáreas.
¿Cuál cree que son las dificultades próximas y más importantes que debe
enfrentar Vidal?
El
tema de la inseguridad y la generación de empleo. Después poder hacer andar la
maquinaria del Estado para empezar fuertemente con la obra pública.
¿Cómo cree que fueron las decisiones, en términos de seguridad, del ex
gobernador Daniel Scioli?
Arrancó
con las policías locales, que ha dado buenos resultados. Es más, en Merlo no la
teníamos y recién la arrancamos nosotros, con la administración actual. Si Dios
quiere, en diciembre, de los cuatrocientos que están estudiando, la mitad van a
poder salir a la calle, y lo esperamos muchísimo, porque nos va a permitir
empezar a trabajar en materia de prevención. Tengo 450 policías para 650.000 habitantes,
es la tasa más baja de la provincia de Buenos Aires y es imposible trabajar en
prevención, por más que haya un buen trabajo en investigación, siempre vamos
detrás de los crímenes.
¿No comparte entonces los reclamos a la anterior gestión o se puede
hacer una autocrítica?
La
anterior gestión ha tenido aciertos y errores. Evidentemente, al haber ganado
una fuerza política de la oposición, en la Nación y en la provincia, los
errores deben haber sido percibidos por la población, o lo suficiente para darle
la oportunidad a otro espacio, pero esto es cíclico, creo en el trabajo diario
y mancomunado. Espero que todo lo que sea enfrentamiento político, discusión y
demás, esté circunscripto únicamente a los tiempos electorales. El 2016 es una
gran oportunidad que tenemos para poder trabajar en conjunto tratando de
solucionar los problemas habituales de todos los días.
¿Cree que los esfuerzos que hace la gobernadora Vidal para recuperar el
equilibrio en la provincia, por ejemplo con el Fondo del Conurbano, son más
trabajosos que los que se hicieron en la gestión de Scioli?
Espero
que den resultado. He acompañado a la gobernadora al Senado a hacer ese
reclamo. Es evidente que hay una discriminación muy fuerte hacia al habitante
de la provincia de Buenos Aires en cuanto a los recursos que se giran de
Nación. Me gustaría solucionarlo sin afectar a las otras provincias. Es decir,
que del fondo enorme que maneja la Nación, de ahí salgan los recursos para la
PBA sin perjudicar los fondos de los otros distritos.
¿Puede describir qué es el Grupo Fénix?
La
verdad es que no nos gusta hablar de grupos, porque terminan siendo sectarios,
cerrados. Tratamos de instalar el concepto de unidad de todos los que venimos
del campo popular, tratando de confluir en una gran fuerza, corriente de
pensamiento, que después veremos si tiene su correlato electoral o no. Lo
cierto es que todos los que provenimos de ese campo debemos tener el equilibrio
emocional e inteligencia política de poder juntarnos. Cada vez que el peronismo
logró estar unidos fue imbatible en las urnas, que es lo más importante.
Queremos discutir ideas, no personas.
En ese sentido, ¿qué certezas o lineamientos debe tener este proceso de
renovación?
Certezas
no hay, nunca las hay en política porque es un arte que tiene como centro al
ser humano, que es imprevisible. Tiene que existir un camino recorrido con
humildad, generosidad, y la renovación en el campo de las ideas tratando de
transformarnos en la mejor versión para ofrecer. Nos cuesta el rol de
oposición, pero hoy tenemos la obligación por imposición del pueblo argentino
de llevarlo adelante con lealtad, nobleza, inteligencia.
¿Cree que es importante, para renovarse, indicar quiénes fueron los culpables
y los errores de la derrota electoral y de los últimos años de gestión?
En
general, las épocas de derrota o de fracaso son épocas en la que se aprenden,
crece, mejora. Luego de la derrota hay tendencia para revisar todo.
¿A su parecer, cuáles fueron los errores más grotescos?
Nos
alejamos de la gente, del sentir. Pensamos estar por encima, y la verdad es que
los pueblos están cuarenta escalones por arriba de los burócratas. Cuándo uno
le pierde el pulso y el pueblo está mirando para un lado y los dirigentes para
otro surgen estás grietas que después son insalvables.
Cuándo menciona una convocatoria amplia, ¿hay límites?
No,
en política no hay límites. Estamos hablado de la gente que lucha cada uno de
sus días para llegar a un Estado de bienestar. Cómo vamos a tener límites, nos
tenemos que sentar primero internamente, pero también con los distintos
partidos, con Cambiemos, con el Frente Renovador, con el socialismo.
Gobernadores peronistas marcaron sus límites tanto con Cristina
Kirchner como con Sergio Massa. ¿Comparte esas apreciaciones?
Creo
que es el pueblo el que pone a los dirigentes donde los tiene que poner. Pero
prefiero discutir ideas.
¿Está
de acuerdo con las últimas intervenciones de CFK?
Cada
persona tiene su estilo de comunicar. El mío no es confrontativo. Cristina, con
su estilo, fue dos veces presidenta y ha hecho muchas cosas bien, y otras no.
Por eso tuvimos algunos resultados adversos.
Fuente: Mariano Espina http://www.eleconomista.com.ar