Manuel
Belgrano "llegó a Buenos Aires a comienzos de junio de 1820, muy enfermo,
muy dolorido y muy olvidado. Cargando con la sífilis de su juventud,
una cirrosis torturante y un cáncer hepático. El general Belgrano murió el
20 de junio a las siete de la mañana. Ese día los porteños estaban enfrascados
en cuestiones políticas: se alternaron tres gobiernos en aquel anárquico día de
renuncias y asunciones.
Al
funeral asistieron su familia y un par de amigos, entre ellos el doctor
Joseph Redhead, a quien Belgrano le legó su reloj porque no tenía dinero
para pagarle los honorarios. Ante la imposibilidad de pagar una lápida, uno de
sus hermanos cedió el mármol de una cómoda.
De
muchos próceres se dice que murieron pobres y no es cierto. Belgrano sí
murió pobre".
Daniel BALMACEDA